
Jorge Drexler picó mucha piedra, como cantautor solitario, antes de husmear la fama, y se nota. El jueves, en el Palau de la Musica Catalana, apoyado en su guitarra, como en los viejos tiempos, más algunos aditivos electrónicos, demostró que domina la artesanía de la distancia corta, las cuerdas desnudas y el tempo flexible, que se acelera y ralentiza a tiempo real, en un diálogo con el público abierto a la improvisación.
En la puesta en escena de Cara B, su nuevo disco en directo, Jorge Drexler ganó algunos puntos como comunicador y dejó un rastro de canciones sensibles, interpretadas con ese punto de distanciamiento elegante tan suyo. Americana, corbata y zapatillas deportivas. Una guitarra clásica, ritmos pregrabados y sonidos casuales: brisa marinera, zumbidos de tráfico captados en directo de la Via Laietana y timbres de bicicleta convertidos en loop.
Un país con el nombre de un río abrió la travesía con cadencias pausadas, creando un clima de calidez y confidencias que se mantuvo a lo largo de casi toda la noche. Solo fue roto por algunos piropos desbocados lanzados desde un palco y que sonaron familiares a Drexler. "Yo conozco tu voz; eres la que estaba la otra noche en L'Hospitalet, ¿no?"
DOS COLABORADORES
En el repertorio, las reflexiones filosóficas de La vida es más compleja de lo que parece, un Eco crecido con ambientes electrónicos y títulos consolidados como El pianista del gueto de Varsovia y Mi Guitarra y vos. En la segunda parte del recital se dejó arropar por dos colaboradores que manejaron loops, un generador de ondas parecido a un theremin, y un serrucho del que se extrajeron notas ululantes en Dance me to the end of love, de Leonard Cohen, que cantó en inglés.
Hubo más multilingüismo: Drexler interpretó al malogrado Luigi Tenco en italiano y a Caetano Veloso en portugués. Se agenció Volando voy, de Kiko Veneno, y revisó esa acta notarial de la globalización que es Disneylandia, del brasileño Arnaldo Antunes, antes de tocar techo con Todo se transforma. El formato acústico pero electrónico le permitió marcar perfil propio en un territorio expresivo muy transitado. El unplugged es un clásico al que muchos artistas del pop y la canción recurren alguna vez, pero Drexler lo abordó con un plus de imaginación.
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Comentario del disco:
El álbum fue grabado durante una semana de actuaciones por Cataluña (Sabadell, Terrassa, L'Hospitalet, Barcelona)
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